Cómo dejar de pensar en el suicidio

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Cuando la desesperación, el aislamiento y el dolor se vuelven tan abrumadores que ya no se pueden soportar, el suicidio puede parecer la única forma de liberarte. Es difícil ver las opciones en este momento, pero existen algunas que te proporcionarán alivio y te mantendrán con vida para sentir alegría, amor y libertad otra vez. Al mantenerte a salvo en el momento, hacer un plan para enfrentarlo y explorar las razones por las que te está sucediendo esto, puedes tomar las medidas para sentirte mejor otra vez.

Lidia con una crisis inmediata

  1. Llama a una línea directa de suicidio. No tienes que pasar por esto a solas.
    • Para obtener ayuda, si vives en México, puedes comunicarte con la línea de apoyo de SAPTEL: 5259-8121.
    • Para España, existe la asociación Teléfono de la Esperanza: 902-500-002, que además se encuentra disponible en otros países de Latinoamérica (entra a su sitio web para que conozcas el número telefónico correspondiente a tu región).
    • Si vives en EE. UU., puedes llamar a la línea nacional de prevención del suicidio: 1-800-273-TALK (8255) o 1-800-SUICIDE (1-800-784-2433).
    • Si chatear en línea es más fácil para ti, busca un servicio en tu país en este directorio. En los EE. UU., prueba con SuicidePreventionLifeline.org o CrisisChat.org.
    • Para los servicios de teletipo (teléfono de texto) en los EE. UU., marca 1-800-799-4TTY (1-800-799-4889).
    • Si eres gay, lesbiana, bisexual, transexual o tienes un autocuestionamiento sexual y te encuentras en los EE. UU., llama al 1-888-843-4564 o al 1-866-488-7386.
  2. Busca los servicios de emergencia. Si planeas cometer un suicidio, ve al hospital o pídele a alguien que te lleve. Recibirás un tratamiento profesional y te mantendrás en un lugar seguro hasta que ya no estés en peligro de hacerte daño. Llama a un número de emergencia inmediatamente si existe la posibilidad de que lo intentes antes de llegar allí o si ya has tomado medidas para lastimarte gravemente.
  3. Busca a un amigo. Nunca dejes que la pena, la vergüenza o el miedo se interpongan para buscar la ayuda de tus amigos. Llama a alguien en quien confíes y habla todo el tiempo que necesites. Pídele que llegue y se quede contigo hasta que puedas estar a solas de forma segura otra vez. Dile exactamente lo que estás pensando o planeando para que tu amigo comprenda la gravedad de tu petición.
    • Es posible que sea más fácil escribirle a tu amigo un correo electrónico, una carta o un mensaje, aunque esté sentado a tu lado.
    • Si la crisis se extiende por un período prolongado, pídeles a otros amigos que se roten para estar contigo o pídele a tu amigo que se encargue de pedírselo por ti.
  4. Busca ayuda profesional. Tienes una enfermedad grave que debe tratar un experto, al igual que alguien que tiene una pierna quebrada y necesita ver al médico. De hecho, llamar al médico es una buena opción para empezar. Asimismo, en la línea directa pueden haberte recomendado a un consejero, psiquiatra o psicólogo en tu localidad o puedes buscar uno en la guía telefónica local o en línea.
    • También puedes hablar con un terapeuta en línea.
    • Un terapeuta puede trabajar contigo para hacer que todos los pasos siguientes para hacerle frente a la situación sean más fáciles y para identificar los tratamientos específicos para ayudarte. También puede referirte a un psiquiatra que te recete algún medicamento.
  5. Date tiempo. Mientras llega la ayuda, distráete todo el tiempo que puedas con una ducha, una comida o una actividad que te entretenga. Respira profundamente y prométete que no vas a cometer un suicidio durante al menos 48 horas y no sin antes buscar atención profesional. Por difícil que sea, pospón tus planes durante dos días para tener más tiempo para descansar y reflexionar. En este momento, el suicidio puede parecer la única opción, pero las circunstancias pueden cambiar rápidamente. Promete darte al menos dos días más para encontrar una mejor opción o una razón para seguir buscando.
    • Trata de ver tus emociones y acciones de forma separada. El dolor puede sentirse tan abrumador que distorsiona tus pensamientos y tu comportamiento. Pero pensar en el suicidio no es lo mismo que llevarlo a cabo. Aún tienes el poder de tomar la decisión de no cometer un suicidio.

Busca formas de hacerle frente

  1. Mantente atento a las señales de alerta. En un estado emocional intenso, puedes subestimar tu capacidad de cometer un suicidio. Sin importar cómo te sientas, busca ayuda si observas cualquiera de estas señales de alerta, usando los recursos descritos en la sección de crisis:
    • Aislamiento social, alejamiento de amigos y familia, pensamientos de no pertenecer o de ser una carga
    • Odio extremo por ti mismo, sentimientos de desesperanza
    • Cambios repentinos de humor (incluso cuando tu humor mejore), arrebatos de ira, poca tolerancia a la frustración, agitación o ansiedad
    • Aumento en el consumo de alcohol o drogas
    • Insomnio o alteraciones graves del sueño
    • Conversaciones sobre el suicidio, planificación o adquisición de herramientas para suicidarte
    • Aunque lastimarte a ti mismo no es lo mismo que intentar suicidarte, ambas situaciones están fuertemente ligadas. Busca atención inmediata si te lastimas de forma grave o frecuente, golpeando las paredes, arrancándote el pelo, rasguñándote la piel, etc.
  2. Asegura tu hogar. Al tener un acceso fácil a los artículos peligrosos, aumenta la posibilidad de cometer un suicidio. No permitas que sea fácil alcanzarlos. Guarda bajo llave cualquier cosa que puedas usar para lastimarte, como píldoras, navajas, cuchillos o armas. Dale estos artículos a otra persona para que los guarde, tíralos a la basura o colócalos en un lugar que no sea de fácil acceso.
    • Minimiza el consumo de alcohol y drogas. Aunque produzcan buenas sensaciones temporalmente, pueden empeorar la depresión o hacer que sea más difícil lidiar con ella.
    • Si sientes que no estarás a salvo en tu propia casa, ve a un lugar donde sí te sientas a salvo. Quédate con un amigo o ve a un centro comunitario u a otro lugar público donde puedas pasar el rato.
  3. Comparte tus ideas con algunas personas en quienes confíes. Tu sistema de apoyo es muy importante al lidiar con pensamientos suicidas. Necesitas tener gente que sepas que puede escucharte sin juzgarte por sentir desesperación y que no trate de darte consejos que te hagan daño en lugar de ayudarte. Incluso las personas con buenas intenciones a veces pueden hacer que te sientas culpable o avergonzado por querer suicidarte. Trata de pasar tiempo con personas que te escuchen y se preocupen por ti sin juzgarte.
    • Si no te sientes cómodo compartiendo tus sentimientos con cualquier persona en tu vida, lee sobre el proyecto galardonado Buddy en su página de Twitter y regístrate para conseguir un amigo aquí.
  4. Busca las historias de otras personas. Leer, ver o escuchar las historias de otras personas que han luchado contra el suicidio te mostrará que no estás solo y puedes aprender nuevas tácticas para hacerle frente o puedes inspirarte para seguir luchando. Prueba con la colección de Lifeline o el proyecto Reasons to go on Living (Razones para seguir viviendo).
  5. Haz un plan de seguridad para el momento en que lleguen los pensamientos. Se trata de un plan personalizado que puedes usar para dejar de pensar en el suicidio cuando tus pensamientos empiecen a ser abrumadores. Trata de llenar la herramienta para hacerle frente en lifeline.org.au o léela para tener una idea de lo que puedes incluir en el plan. Este es un ejemplo de un plan de seguridad básico; agregar las señales de alerta y los números específicos también es una buena idea:
    • 1. Llamar a alguien de mi lista de personas con las que puedo hablar. Debo escribir una lista de cinco nombres o más, incluyendo líneas directas de suicidio con un servicio de 24 horas. En una crisis, debo seguir llamando a la gente de la lista hasta que alguien me conteste.
    • 2. Retrasar mi plan durante 48 horas. Debo prometerme que no cometeré un suicidio sin antes pensar en otras opciones.
    • 3. Pedirle a alguien que venga y se quede conmigo. Si nadie puede venir, debo ir a un lugar donde me sienta a salvo.
    • 4. Ir al hospital. Debo ir por mi cuenta o pedirle a alguien que me lleve.
    • 5. Llamar a los números de emergencia.

Aborda las causas después de calmarte

  1. Continúa con la terapia. Una terapia de buena calidad es un recurso excelente para tratar la depresión, incluso después de que haya pasado la crisis o incluso para hacer cambios positivos en tu vida. Los consejos que se presentan a continuación pueden ayudarte a empezar, pero no sustituyen la atención profesional y personalizada.
  2. Piensa por qué está ocurriendo. Cuando tengas un estado mental más tranquilo y más seguro, analiza profundamente por qué te está pasando esto. ¿Es algo que ya te ha pasado o es la primera vez? Los pensamientos suicidas pueden producirse por muchas cosas diferentes y es muy importante que descubras cuál es la raíz para que puedas ver la situación de forma objetiva y adoptar el enfoque correcto para detener esos pensamientos.
    • Con frecuencia, la depresión, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno de estrés postraumático y otros trastornos mentales producen pensamientos suicidas. Estos trastornos pueden tratarse con terapia y medicamentos. Haz una cita con un terapeuta y empieza a explorar las opciones de tratamiento si tienes un trastorno mental que te está provocando esos pensamientos de suicidio.
    • Si eres un veterano de guerra o has sufrido de acoso, abuso, pobreza, desempleo, enfermedad grave o una pérdida, corres un riesgo mayor de suicidio. Es importante que recibas el apoyo de las personas que han pasado por eso y entienden lo que estás pasando. Existen grupos de apoyo para todas estas situaciones.
    • Algunos eventos o circunstancias pueden hacer que te sientas desamparado, aislado o molesto. Con frecuencia, estos sentimientos producen pensamientos suicidas, y aunque es imposible que lo veas en este momento, estas circunstancias son temporales. Las cosas cambiarán y la vida mejorará otra vez.
    • Si no sabes por qué tienes pensamientos suicidas, es importante que busques la ayuda de un médico, terapeuta o consejero para averiguar lo que está pasando.
  3. Identifica los factores desencadenantes. A veces los pensamientos suicidas se producen por ciertas personas, lugares o experiencias. No siempre es fácil descubrir si hay un desencadenante involucrado. Trata de recordar y reconocer algún patrón que pudiera indicarte si tus pensamientos suicidas se producen por ciertas experiencias y si puedes, evita esas experiencias en el futuro. Estos son algunos ejemplos de factores que pueden provocar las crisis:
    • Las drogas y el alcohol. Con frecuencia, los químicos que contienen las drogas y el alcohol pueden hacer que los pensamientos depresivos se conviertan en pensamientos suicidas.
    • Personas abusivas. Pasar tiempo junto a una persona que es abusiva física o emocionalmente puede provocar pensamientos suicidas.
    • Libros, películas o música que provoquen recuerdos trágicos. Por ejemplo: si perdiste a un familiar debido al cáncer, es posible que quieras evitar ver películas sobre pacientes de cáncer.
  4. Si escuchas voces, aprende a hacerles frente. Algunas personas escuchan voces o una voz que les dice que se comporten de cierta forma. Tradicionalmente, esta situación se ha considerado un síntoma de una enfermedad mental que se trata con medicamentos fuertes, pero recientemente, las organizaciones de salud mental y las personas que escuchan voces han recomendado usar métodos alternativos para hacerles frente. Trata de contactar a Intervoice o a Hearing Voices para descubrir algunas redes de apoyo y consejos para enfrentar esta situación a largo plazo. A corto plazo, te pueden ayudar estos enfoques:
    • Planifica tu día de acuerdo a los momentos en los que más escuches las voces. Algunas personas prefieren relajarse o ducharse en esos momentos, mientras que a otras les gusta mantenerse ocupadas.
    • Escucha las voces de forma selectiva, concentrándote en los mensajes positivos, si hubiera alguno.
    • Parafrasea las declaraciones desagradables, conviértelas en neutrales y usa la primera persona. Por ejemplo, si escuchas: "Queremos que salgas", conviértelo en: "Estoy pensando en salir".
  5. Consigue la asistencia que necesitas. Sin importar por qué tienes pensamientos suicidas, tomar las medidas para conseguir algún tipo de asistencia es la única forma de hacer que se detengan. Tener un plan de acción para enfrentar el momento y hacer un esfuerzo a largo plazo para descubrir tus sentimientos y cambiar tu situación puede ayudarte a sentirte mejor otra vez. Si no estás seguro de dónde empezar, llama al 800-273-8255 (si estás en los EE. UU. y pide que te ayuden a encontrar recursos a los que puedas recurrir en tu localidad.
    • Encontrar un plan de tratamiento no siempre es fácil. Tendrás que trabajar junto a un terapeuta con quien te sientas cómodo y que use un enfoque que funcione y puedes elegir probar un medicamento o una combinación de medicamentos que podrían llevar un tiempo para curar el problema. No importa si no obtienes resultados inmediatos; lo importante es que sigas intentándolo. Sigue usando tu plan de seguridad cuando lo necesites y esfuérzate por sentirte mejor.
    • Para algunas personas, los pensamientos suicidas aparecen y desaparecen a lo largo de su vida. Pero puedes aprender a lidiar con ellos cuando aparezcan y tener una vida plena y satisfactoria, sin importar lo demás.

Consejos

  • Explícales a tus amigos que los pensamientos suicidas no se pueden eliminar con discusiones ni con lógica. Algunas personas incluso sienten que esto provoca que la parte que las hace odiarse discuta aún más fuerte.
  • Recuerda que siempre habrá un mañana y será un nuevo día. El suicidio no es una opción. Solo sigue adelante con tu vida, busca ayuda y todo se arreglará y se resolverá por sí mismo.

Advertencias

  • El suicidio es una solución PERMANENTE a un problema TEMPORAL.
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