Cómo hacer que te importe lo que te rodea

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Hacer que te importe lo que te rodea es un aspecto importante de la vida, pero hay dos extremos que suelen experimentarse frecuentemente. El primero es preocuparse demasiado, y el segundo es preocuparse muy poco. Por lo general lo segundo sucede cuando nos han dañado y hemos sufrido demasiado.  En general, nos preocupamos por todo tipo de cosas, incluso aquellos que sienten que no les importa.  La regla de equilibrio es que la cantidad de un bien que se puede hacer es directamente proporcional la cantidad de daño que puede causar potencialmente. Si bien ya existe una serie de artículos sobre cómo cuidar a una persona o una planta, aquí vemos las diferentes formas de hacer que nos importe lo que nos rodea  para llegar a un estado de equilibrio y de felicidad.

Pasos

  1.   Considera por qué nos preocupamos. Casi nunca nos preocupamos por algo que no tiene nada que ver con nosotros.  Puede sonar cruel o estéril, pero las tierras, personas y conflictos desconocidos no nos harán sentir nada hasta que sean conocidos y tengan su efecto sobre nosotros. Amigos, familiares, compañeros de trabajo, conocidos, y así sucesivamente, todos pueden hacernos sentir una emoción, que puede ser la empatía, o la esperanza, el miedo, la ira, etc., que causan problemas nuevos. Por lo tanto es importante tener en cuenta que los sentimientos acerca de los problemas están directamente relacionados con nosotros.
  2.   Evalúa cómo la empatía puede quedar fuera de control. Muy a menudo podemos verter nuestros corazones al escuchar una historia triste, pero también caer en la frustración, la desesperación y una gran variedad de emociones. Siempre es directamente proporcional a la cantidad de interés o a la cercanía hacia la persona. Pero del mismo modo, es importante ver que la preocupación se puede utilizar como una forma de manipular a los demás, ya que puede tener este tipo de efecto.  Cuando una persona tiene cercanía con algo, lo va a defender en proporción a la fuerza del vínculo.  Suele suceder con la gente que siente demasiado, como una familia en duelo por un accidente que quiere lamentarse a su manera y recordar a los demás acerca del peligro del área. Al mismo tiempo que la tierra se convierte en un sitio de contención en público, como la tierra no pertenece a la familia, la familia ahora debe defender el santuario para que no lo quiten o vandalicen. Ambos son en realidad un proceso normal de la mente. Hacer un santuario en espacios públicos es como hacer uno en la mente.
  3. Confróntalo con tus propias experiencias. Varía según la persona, por tanto, para entenderlo debes descubrir qué es relevante para ti. ¿Te preocupabas mucho sobre un tema y te sentiste impulsado a hablar de ello sin parar?  ¿Sentiste que tu mente estaba dominada por determinados pensamientos y sentimientos? Así, el no sentir que las cosas importan se vuelve más y más común. Hay muchas formas de desensibilización debida a la sobreexposición y como mecanismo para autoprotegernos. Simplemente dejamos de sentir por una sobreexposición a otros, que imponen su visión, no les interesa la ley y la gente, de modo que cuando vemos personas violentas, guerra o terrorismo nos parece algo no razonable. El problema es que la gente va cada vez más lejos para conmover al público, que está cada vez más cansado de las vanas necesidades ajenas. Aunque no tan común, ha habido casos de personas que jugaban juegos violentos y miraban películas violentas de jóvenes y que luego no podían conectarse con los demás, sea en los sentimientos o contextualmente. Tanto el suicidio como el asesinato son los dos extremos de este problema. Ambos por preocuparse demasiado, o por no preocuparse lo suficiente.
  4. Considera la posibilidad de otras formas de explorar la paradoja del sentir que importa y la forma en que ya no nos preocupamos por otras personas. A veces la gente abre sus corazones y termina maltratada o manipulada. Puede ser por el deseo de conectarnos, de ser humanos o buenas personas que nos abrimos demasiado.  A veces sentimos demasiado el dolor y queremos ayudar a los demás sin tener en cuenta nuestro propio bienestar. No hay nada malo en esto, pero es conveniente saber que tiene su precio. Pero muy a menudo la gente se interpone en el camino hacia lo que queremos y sentimos que tenemos que utilizar o herir a otros para lograr nuestro propósito. Esto no es una verdadera necesidad, pero la persona está tan controlada por sus sentimientos que siente una necesidad de actuar, al igual que un adicto siente que "necesita" más drogas. El verdadero problema es advertir en qué hemos sido dañados para hallar la fuente de nuestra falta de interés. Esto, afortunadamente, nos dará la solución, ya que necesitamos saber para comprender y abordar el dolor. A veces una persona puede decir o sentir que la gente es demasiado sensible o inmadura como una forma de reforzar sus propios sentimientos. En estos casos las personas se ven heridas por sus sueños y esperanzas, por la invasión de otras personas y eventos, por su ignorancia, por no saber lo suficiente sobre el mundo para darle sentido a todo. La simple causa de todo este dolor se debe a que no sabemos cómo funcionan las cosas y no nos gusta lo que vemos. Esto nos da la ilusión de una elección difícil, ya no nos importan las cosas. En realidad tenemos una tercera opción para entender cómo son las cosas y soltarnos cuando decidamos que ha ido demasiado lejos. Esta tercera opción es sin duda la más difícil de hacer y la más difícil para el ego, la menos satisfactoria, por lo que es a menudo ignorada y olvidada.
  5. Ahora considera las cosas por las que puedes encontrar mérito o beneficios al preocuparte. Es importante que te preguntes "¿Por qué debería preocuparme por ello?" Muy a menudo las personas hacen la misma pregunta: "¿Por qué debería importarme a mí?"  Las personas que se preguntan esto han experimentado el aspecto negativo de preocuparse y se sienten más inclinadas a ser duros o fríos. El sentir que las cosas importan tiene un propósito funcional, que es ayudarnos a conectar con las otras personas, pero también nos mantiene sanos y vivos como individuos. A menudo la gente ve un problema y dice que sí, que debemos sentir que importa, pero de nuevo vuelve a hacer las cosas mal. Cuando dejamos de sentir que las cosas importan, dejamos de preocuparnos por cómo nos vemos, lo que comemos, cómo mantenemos nuestros hogares y qué tan bien nos ocupamos de nosotros mismos y a otros. Cuando dejamos de preocuparnos por los demás en un nivel sutil, nos convertimos casi en robots o muertos en cuanto a nuestra naturaleza y personalidad.  Es fácil ignorar las cosas o simplemente soportarlas, pero se trata de preguntarse si vale la pena, si podemos vivir mejor así. Tener buenos amigos es el mejor regalo, ya que con buenos amigos se vive ética y felizmente.
  6.   Puedes buscar un término medio como una solución y maneras para comenzar a sentir de nuevo que las cosas importan. La mente humana es sin dudas un extremófilo y va del cuidado extremo al escaso y vuelve a lastimarse, muchas veces, y así muchas personas sienten que están dando vueltas en círculos. La solución requiere de sentido común. Considera la forma en que nosotros nos sentimos y luego considera la causa de ese sentimiento y si puedes hacer algo para ayudar. El extremo de esto es interferir o sentir la necesidad de dar consejos cuando no es apropiado. Por lo tanto, la sabiduría está en saber cuándo es apropiado, hasta que haya suficiente experiencia como para darse cuenta sin errores. En última instancia , el cuidado beneficioso tiene que ver con la aceptación de las cosas que no podemos cambiar, con el fin de apoyar a una persona o ayudar en un momento difícil, o simplemente para estar allí cuando realmente le importa a la otra persona. En última instancia, sólo puede hacerse mediante la comprensión de cómo son las cosas y los límites de nuestros poderes. También tiene que ver con el equilibrio de nuestras emociones, así que mientras podamos aceptar y dar la impresión de que no nos importa, todavía tenemos un sentido de empatía. Las emociones de buena voluntad, compasión y aprecio son algunas de las más grandes emociones que se pueden experimentar. El objetivo es entender cómo usarlas sabiamente.
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