Cómo evitar "hacerle luz de gas" a los niños

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Existe una forma de manipulación emocional y abuso a la que se le conoce como "hacer luz de gas". Esta puede afectar negativamente a los niños, ya que los lleva a cuestionar la validez de sus propios sentimientos, creencias y autoestima. Para evitarlo, debes comprender que es importante no negar, retener ni trivializar las emociones o pensamientos de los niños, prestar atención a tus respuestas a todo lo que tu hijo diga o haga y esforzarte por fomentar un entorno adecuado para el desarrollo. Además, siempre debes poner en práctica mecanismos saludables de afrontamiento, ya que la crianza de los hijos puede llegar a ser muy estresante y abrumadora.

Reaccionar a tus hijos sin juzgarlos

  1. No trivialices ni niegues las emociones o necesidades de tu hijo. Por ejemplo, si tu hijo te dice que está preocupado por algo, ¿cómo reaccionas? ¿Lo ignoras o trivializas lo que te diga declarando que es incorrecto o insignificante?
    • Digamos que tu hijo te dice que necesita útiles escolares, que te los pidió el día anterior y que tú respondiste que irían a comprarlos ese día. Si tu respuesta es "No sé de qué hablas", tu hijo empezará a cuestionar si la conversación que tuvieron el día anterior realmente ocurrió y se sentirá confundido.
    • Esto también puede ocurrir si tu hijo le tiene miedo a algo que a ti te parezca irracional. Si le respondes diciendo "¿Le tienes miedo a algo tan insignificante?", solo lograrás que tu hijo sienta más ansiedad y desasosiego en lugar de brindarle consuelo.
    • Siempre debes tener presente que todo lo que digas y la forma como reacciones afectará en gran medida la autoestima y el comportamiento de tu hijo.
  2. No pienses en tu hijo como un niño demasiado sensible o débil. Incluso si te parece que es importante que tu hijo aprenda a ser más fuerte o si simplemente estás reproduciendo el método duro de crianza que tu familia utilizó contigo, debes tener en cuenta que los niños no solo necesitan disciplina sino también consuelo.
    • No uses frases como "Aguántatelas" o "No seas tan sensible", ya que esto solo invalidará los sentimientos de tu hijo y hará que sienta que no recibe apoyo de tu parte.
    • En la crianza de tu hijo, es importante establecer un equilibrio entre la disciplina, el amor y la comprensión (incluso si crees en las bondades del "amor duro"). No es suficiente con asegurarte de que tu hijo esté bien alimentado, tenga un lugar donde vivir y de cumplir con sus demás necesidades básicas. También debes evitar descuidar emocionalmente los sentimientos de tu hijo.
    • Es más probable que tu hijo confíe en ti y en los demás y que les muestre respeto y amabilidad si le brindas estabilidad y apoyo emocional.
  3. No esperes que tu hijo actúe como un adulto. Por ejemplo, si vas a ir con tus hijos a visitar a tus parientes durante las fiestas navideñas, ten en cuenta que las expectativas en cuanto al comportamiento de los niños (tanto las tuyas como las del resto de tu familia) serán diferentes. Es importante recordar que los niños y los adultos no se encuentran en la misma etapa del desarrollo, por lo que debes dejar que los niños actúen como niños.
    • Esto implica tener presente que los niños se cansan, se irritan y se aburren más que los adultos y, por tanto, no les será tan fácil, por ejemplo, resistir un trayecto largo en auto.
    • Si tu hijo parece molesto, aborda primero las causas más comunes (como el hambre, la ira, la soledad o el cansancio) en lugar de decirle simplemente "Tranquilízate y deja de portarte así". Siempre debes buscar las posibles causas de su comportamiento.
  4. Sé comprensivo en lugar de enojarte. Ten mucha paciencia con tu hijo. Si bien es normal enojarte con tu hijo de vez en cuando, siempre debes evaluar con cuánta frecuencia esto ocurre y cuáles son las circunstancias que lo propician.
    • Una forma de controlar tu enojo cuando estés exasperado por el comportamiento de tu hijo es distanciándote de la situación y respirando hondo. Esto te permitirá reaccionar con la mente un poco más tranquila.
    • Siempre debes estar dispuesto a disculparte. Reconoce que ni tú ni tu hijo son perfectos, y eso está bien. Si no pudiste controlar una respuesta enojada, asegúrate de disculparte con tu hijo y de hacerle entender que la ira no solucionará las cosas.
  5. Ponle nombre a los sentimientos de tu hijo y valídalos. Hazlo incluso si acabas por no hacer lo que tu hijo quiera, ya que esto te permitirá reconocer y hablar sobre las emociones que esté experimentando, así como también ponerles un nombre. Es posible validar los sentimientos de tu hijo a la vez que estableces ciertas reglas en cuanto a su comportamiento.
    • Por ejemplo, puedes decirle: "Sé que no te gusta cuando nos vamos del parque porque no es divertido tener que dejar de jugar. Sin embargo, tenemos que irnos para poder tener tiempo de cenar cuando lleguemos a casa, ya que se está haciendo tarde. ¿Te gustaría cenar pollo con batatas fritas o con maíz?".
    • Este es otro ejemplo: "Sé que te divierte mucho jugar videojuegos y que quieres seguir jugando, pero no es bueno estar demasiado tiempo frente a la pantalla y ya llegaste a tu límite diario. Te puedo dar algunas ideas de otras cosas que puedes hacer para entretenerte o podrías ayudarme a doblar la ropa".
  6. Ten empatía, incluso si no comprendes las razones por el comportamiento de tu hijo. Es posible que tu hijo se sienta molesto sin que sepas por qué. En estos casos, en lugar de decirle que se está poniendo difícil o que es un niño mimado, lo mejor es tratar de comprender las razones por las que podría sentirse así y mostrarle compasión y consuelo independientemente de si logras o no determinar la causa de su comportamiento.
    • Hazle preguntas como "¿Por qué frunces el ceño y pateas la tierra? ¿Hay algo que te esté molestando?" o "¿Me puedes decir por qué estás haciendo un puchero?".
    • Si tu hijo es pequeño o tiene necesidades especiales, podría serle aún más difícil transmitirte cuál es el problema o podrían molestarle cosas que a ti te parezcan insignificantes, por lo que es importante tener paciencia y esforzarte por comprenderlo.

Proporcionarle un entorno adecuado para el desarrollo

  1. No le des señales emocionales confusas. La constancia y la estabilidad son primordiales para los niños, por lo que no debes mostrarle a tu hijo un cariño excesivo en una ocasión y luego, en la siguiente, hacerle sentir que es un niño terrible. Esto hará que tu hijo cuestione su propia identidad y que llegue a la conclusión de que algo anda verdaderamente mal en él.
    • Presta atención a tus emociones y evalúa si a veces sientes que pierdes el control de ellas. Si notas que la mayoría de las veces reaccionas a tu hijo de una forma negativa o enojada, lo mejor será pedir ayuda psicológica para lidiar con esto.
    • Recuerda que tu hijo no podrá comprender las razones de tu enojo (sobre todo si es menor de 12 años), ya que aún no tiene la capacidad emocional para lidiar con este tipo de señales confusas.
  2. Ayuda a fomentar la autoestima de tu hijo. Puede ser difícil estimular la autoestima y la confianza en los demás cuando tú mismo tienes problemas con este aspecto. Sin embargo, los niños dependen de sus padres para poder sentir confianza en sí mismos, por lo que debes asegurarte de dedicar un tiempo cada día a hacer que tu hijo se sienta especial.
    • Cada día, fomenta la autoestima de tu hijo diciéndole algo positivo sobre sí mismo.
    • Abraza con fuerza a tu hijo y asegúrate de que se sienta protegido, ya que esto también lo ayudará a tener una mayor confianza en sí mismo.
  3. Sé un modelo que tu hijo pueda seguir. Lo más probable es que tu hijo te admire y que la mayoría de sus comportamientos los adquiera de ti y de los demás adultos que tengan una presencia en su vida. Por tanto, enséñale a respetar a los demás comportándote de una forma que te sientas cómodo con que él imite.
    • Piensa en la forma como te gusta que te traten y manifiéstala en tus propias acciones. Ten en cuenta sobre todo que es probable que tu hijo preste mucha atención a tus acciones cuando esté en tu presencia. Por tanto, sonríe y saluda a las personas con las que te encuentres en el supermercado o por la calle y muestra tu mejor cara como una persona positiva y amable.
    • Enséñale a tu hijo que es normal equivocarse. Los niños tienden a tomar las cosas de una forma más literal debido a que tienen una menor madurez y capacidad de comprensión. Por tanto, no debes decirle a tu hijo cosas como "No puedo creer que hayas vuelto a derramar la leche. ¿Acaso no aprendes?", ya que esto podría hacerle creer que realmente es incapaz de aprender.
    • Inspira en tu hijo la confianza suficiente como para que acuda a ti con sus problemas. Si eres un buen modelo a seguir, tu hijo debería sentir libertad en tu presencia en lugar de ansiedad. Por tanto, asegúrate de prestarle atención cuando hable contigo y de mostrar un interés genuino en lo que te diga. Una forma de desarrollar su confianza en ti es asegurándote de mantener a raya las distracciones y de enfocarte únicamente en tu hijo.
  4. Escúchalo con atención. Muestra interés por los gustos de tu hijo y préstale mucha atención cuando hable contigo (aunque sea sobre algo que a ti no te interese) para demostrarle que te tomas en serio su voz y sus opiniones independientemente de si estás de acuerdo o no con ellas.
  5. No te resientas ni te frustres con su comportamiento. Es muy importante tener mucha paciencia con tu hijo, por muy difícil que sea, ya que él acudirá a ti para sentirse reconfortado y, si le muestras resentimiento o enojo, solo lograrás desilusionarlo.
    • Las relaciones entre padres e hijos suelen ser disparejas, ya que los niños tienen una mayor dependencia en los padres para sobrevivir, así como también para sentirse seguros y amados. Por tanto, es muy fácil tratar de controlar a tu hijo manipulando la relación por medio de tus palabras o acciones de forma que esta te favorezca más a ti que a él.
    • Por ejemplo, si tu hijo se siente muy aprensivo en cuanto a un evento al que tenga que ir contigo y te preocupa que esto te haga llegar tarde, no debes decirle cosas como "No sé por qué estás tan nervioso. A mí en tu lugar me encantaría ir. Apresúrate, por favor, que vamos a llegar tarde".
    • Lo mejor en estos casos es abordar sus sentimientos y validarlos. Por ejemplo, puedes preguntarle a tu hijo "¿Por qué este evento te pone tan nervioso?" o "Sé que esto te pone nervioso. Yo también me siento así a veces. ¿Hay algo que podría facilitarte un poco este proceso?".
    • Aunque te sientas impaciente, debes darle apoyo y consuelo.
  6. Asegúrate de reconfortar a tu hijo en lugar de hacerlo dudar de sí mismo. Es probable que tu hijo desarrolle una autoestima baja y una dificultad para relacionarse con los demás si con frecuencia siente que está equivocado o que no lo consideras lo suficientemente bueno. Por tanto, una forma de ayudarlo a desarrollar sus habilidades sociales es brindándole amor, apoyo y consuelo.
    • Elógialo y dale ánimos. En lugar de enfocarte en lo que tu hijo haya hecho mal, haz que se sienta bien con sus acciones. Por ejemplo, puedes decirle algo como "Sé que tuviste un día difícil, pero yo creo en ti y sé que podrás superarlo" o "Ya has logrado hacerlo bien antes, así que sé que podrás volver a hacerlo".
    • Pídele perdón a tu hijo si se siente confundido o duda de algo que hayas dicho. No le digas que está equivocado o que no te escuchó bien. En cambio, trata de decirle algo como "Te pido perdón por la confusión" o "Quizás no nos entendimos bien, pero no importa".

Reducir el estrés de una manera saludable

  1. Ten en cuenta tus propias necesidades. La crianza de los hijos no es fácil, y a veces podrías sentirte abrumado o frustrado. Por esta razón, debes ocuparte de satisfacer tus propias necesidades emocionales de forma que este proceso no te ocasione una gran cantidad de estrés.
    • Considera si te sientes amado y apreciado o, por el contrario, herido, abandonado o irrespetado. Te será más difícil orientar a tus hijos si estás insatisfecho con tus propias necesidades.
    • Ten en cuenta que tu empleo, tu familia y tu situación emocional pueden afectar en gran medida tu salud y bienestar, por lo que debes evaluar la situación para determinar desde hace cuánto tiempo te sientes así.
    • Estar en contacto contigo mismo ayuda a disminuir el riesgo de "hacerle luz de gas" a tus hijos.
  2. Pide ayuda a tu comunidad, a tus amigos y a tus familiares. Ser padre puede ser agotador, por lo que, si sientes que necesitas un tiempo a solas, puedes pedir ayuda a tus amigos, parientes, niñeras y otros recursos locales de apoyo.
    • Usa tu tiempo a solas para relajarte y no para ocuparte de los problemas de los demás. Por ejemplo, puedes hacer ejercicio, relajarte, pasar tiempo con tus amigos o hacer cualquier otra cosa que te recargue las baterías.
    • Una buena opción es establecer una noche regular para salir con tu cónyuge o tu pareja sin los niños.
    • Adjudica alrededor de cuatro horas a la semana para desconectarte de tus responsabilidades parentales. Asegúrate de que este horario sea constante de forma que no te sea fácil cambiar de planes con frecuencia.
  3. Pide ayuda profesional. Los niños pueden ser difíciles, pero no debes sentirte solo. Puedes ponerte en contacto con profesionales por medio de una escuela o un centro local de terapia para obtener información sobre recursos y estrategias que puedan facilitarte un poco más el trabajo.
    • Una opción es reunirte con el consejero escolar de tu hijo para pedirle recursos de ayuda para la crianza de los hijos. Podrás hablarle libremente sobre tus preocupaciones en cuanto a tu hijo y los problemas a los que te enfrentes.
    • Pide ayuda a terapeutas que se especialicen en la terapia familiar e infantil. Busca opciones baratas en tu localidad que te permitan lograr que la comunicación con tu hijo sea más efectiva. Por lo general, los consultorios psicológicos están cubiertos por el seguro médico o, de lo contrario, busca uno cuyas tarifas estén en una escala gradual.
  4. Enfatiza lo bueno de tu relación con tu hijo. Es normal cometer errores en la crianza y esto no le ocasionará una gran confusión emocional a tu hijo durante el resto de su vida. Simplemente aprende de tus errores, reconoce que no eres perfecto y esfuérzate por ser el mejor padre posible dentro de tus capacidades.

Consejos

  • Si la crianza de tus hijos se te dificulta mucho, no dudes en pedir ayuda. Esto solo será un reflejo de tu gran fortaleza. Por ejemplo, puedes contactar a alguna línea directa local de ayuda cuando te sientas abrumado por alguna situación en particular con tu hijo que no sepas cómo manejar.

Advertencias

  • Si experimentas abuso emocional, contacta a alguna organización local de violencia doméstica para conseguir recursos que puedan serte de ayuda.
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